¡Estudiantes! ¡Profesores! ¡Amigos todos del Feijoo! Parece que, tras
unos inicios un tanto dubitativos, vamos cogiendo carrerilla, gracias, sobre
todo, al turno de noche. Nos escribe hoy Mª Luz, inquieta y voluntariosa como
es ella, con una magnífica reseña de Un
mundo feliz de Huxley, una distopía escrita en los años ’30 del pasado
siglo XX que, como el régimen de 1984
de Orwell, parece haberse hecho realidad. Desde aquí, por supuesto, os animamos
a aceptar la invitación de leer a Huxley y a Mª Luz le damos las gracias y la
invitamos a volver por aquí siempre que quiera. Gratias plurimas! / ευχαριστώ πολύ!
Hace unos días, Cecilia, nuestra profesora de lenguas clásicas, me habló
de este rincón literario y me animó a participar en él.
Hoy os quiero comentar una novela que leí hace años y he vuelto a releer
hace poco: Un mundo feliz de Aldous
Huxley.
Huxley nos presenta una sociedad futura, muy desarrollada tecnológicamente, que utiliza todos los medios posibles para condicionar
y controlar a las personas para conseguir una estabilidad social o “un mundo feliz”. Los niños no nacen, se
hacen, y están genéticamente manipulados para pertenecer a una de las cinco
categorías de la población: Alfa (la
élite, los más inteligentes), Beta, Gamma, Delta y Épsilon (las
castas inferiores, menos desarrolladas física e intelectualmente). En este “mundo feliz” no se plantea ni siquiera la rebelión, porque
el lavado de cerebro que tienen los habitantes hace que simplemente no sea
deseable. Sus habitantes no conocen otra manera de ser felices que hacer,
precisamente, lo que han nacido para hacer. Tienen todas las comodidades que
pueden desear y, si esto no fuera suficiente, tienen las drogas de diseño para alterar su visión de la vida
y olvidar y modificar sus emociones negativas, que
inoportunamente aparecen de vez en cuando. Un mundo feliz describe,
en fin, lo que sería una dictadura perfecta: una democracia aparente, donde la
población estaría en un estado de esclavitud del que, gracias al sistema de
consumo y entretenimiento, ni se enterarían; incluso estarían felices en su
cárcel sin muros.
Es una novela que no deja indiferente a nadie. Creo que, si os animáis a
leerla, os va a gustar. Es de ciencia ficción y, sobre todo, invita a pensar,
porque, si hace años, cuando la leí por primera vez, pensé que todo lo que nos
relataba la novela podría suceder, ahora ya me reafirmo en que sí, podríamos
estar en vías de que suceda. Incluso algunas cosas están ya entre nosotros,
como el sistema de consumo y entretenimiento, y una especie de esclavitud a
trabajos que no nos hacen felices pero en los que hay que seguir para pagar una
o varias hipotecas.
Os la recomiendo totalmente, porque, a pesar de la época en que fue
escrito (1932), se puede leer muy bien hoy y el autor supo describirnos muy
bien una futura sociedad. No es muy largo y se lee fácilmente.
María Luz Ferreira Fernández (2º Bloque de Bachillerato Nocturno)