jueves, 28 de enero de 2016

GRECIA: REINVENTARSE PARA SOBREVIVIR (ELENA ZERVOPOULOU) I



Se dice habitualmente que los clásicos conmueven porque tratan de verdades universales, tan válidas para nosotros como para los hombres que habitaron el mundo hace más de dos mil años. Puede ser. Lo cierto es, sin embargo, que si tales verdades nos sacuden es porque nos reconocemos en aquellos que los genios griegos eligieron para transmitirlas. La tragedia de Antígona conmueve no porque, al leerla, reconozcamos que hay una ley superior a la de los hombres -llamémosla divina o natural, según cada cual-, sino porque todos queremos creer que desobedeceríamos el edicto de Creonte para enterrar a nuestro hermano. ¡Ay, la empatía! Otro día hablaremos de la Antígona de Sófocles, uno de los más perfectos ejemplos de tragedia griega. Centrémonos, de momento, en el hecho de que la mejor manera de llegar a las verdades universales es a través de los casos particulares.
Así parece haberlo entendido también Elena Zervopoulou, la directora de Grecia: reinventarse para sobrevivir (2014), a cuya proyección en el Ateneo de la Calzada asistieron hoy nuestros alumnos de primer y segundo bloque de Bachillerato Nocturno, en compañía de Amalia, Begoña y una servidora, Cecilia. Me gustaría adjuntar aquí una fotografía de grupo pero nuestros noctámbulos han resultado ser tímidos y poco dados a retratarse.



En dicho documental Zervopoulou selecciona el caso particular de tres individuos, Ilias, Grigoris y Georgios, para defender una tesis de lo más alentadora ante el terrible panorama de la recesión griega. El gobierno puede haber hecho dejación absoluta de sus funciones o, aun peor, convertido al pueblo en enemigo. La imagen de los antidisturbios gaseando a los manifestantes en la plaza de Syntagma o el dato de que las pensiones -¡contributivas!- se han reducido a 300 euros son buena muestra de ello. La situación es, pues, insostenible pero el cambio es posible. Este cambio no vendrá de arriba, sino de la gente y la gente, como le señala el incansable activista Ilias al anciano que se queja en la calle, somos nosotros. Somos nosotros como individuos quienes debemos hacer todo lo que esté en nuestra mano para enfrentarnos a las todopoderosas fuerzas del capitalismo, igual que Antígona se enfrentó al tirano Creonte o Edipo al mismísimo Destino.
Ilias es probablemente el ejemplo más evidente y probatorio de la posibilidad del cambio. Vemos cómo se implica en el llamado “movimiento de la patata”, que busca la eliminación de intermediarios en la distribución de productos básicos. El consumidor consigue un precio más justo y el productor logra que se le pague al contado y en el acto. Todas las partes han de hacer un esfuerzo, eso sí, el productor estableciendo un precio atractivo para el consumidor y este último comprando a los pequeños agricultores, aunque no siempre tengan el mejor precio. Solo así las grandes superficies se verán obligadas a bajar sus precios para no perder mercado.
También Grigoris insiste en manejar su propio destino. Al principio de la cinta lo vemos abandonando Atenas de vuelta a su pueblo de origen y a la granja de su padre, que libera su frustración prometiendo a los políticos castigos homéricos. Prefiere ser un campesino pobre en el campo que “un pirado en Atenas”, dice Grigoris, aunque trabaje de sol a sol y no obtenga más que una miseria por sus tomates.
Probablemente es el caso de Giorgios el que más nos conmueve. Músico de formación, locutor de radio de profesión, la crisis del 2008 lo dejó en la calle, esclavo de un único impulso: la supervivencia. Supo alejarse, eso sí, de la inerte seguridad del albergue para reconstruir su vida. Y lo hace recuperando, para empezar, su Humanidad, sintiéndose útil. Al final del recorrido lo vemos de nuevo en la radio, tocando y riendo y anunciando un proyecto solidario.
Dijimos al comenzar que, pese a todo, era este un documental optimista y se agradece, ciertamente, el tono, en un momento en que todo parecen ser sombras. No debiéramos olvidar, sin embargo, que si Ilias, Grigoris y Giorgios consiguen salir adelante, mejor o peor, ello es porque dieron un paso al frente o, mejor, a un lado, y se salieron del camino aparentemente establecido para ellos. En fin, es todo.
Se nota, creo, que lo he disfrutado. Y a vosotros, ¿qué os ha parecido?


Caecilia (profesora de Latín y Griego del Bachillerato Nocturno)

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