Se dice habitualmente que los
clásicos conmueven porque tratan de verdades universales, tan válidas para
nosotros como para los hombres que habitaron el mundo hace más de dos mil años.
Puede ser. Lo cierto es, sin embargo, que si tales verdades nos sacuden es
porque nos reconocemos en aquellos que los genios griegos eligieron para transmitirlas.
La tragedia de Antígona conmueve no
porque, al leerla, reconozcamos que hay una ley superior a la de los hombres -llamémosla
divina o natural, según cada cual-, sino porque todos queremos creer que
desobedeceríamos el edicto de Creonte para enterrar a nuestro hermano. ¡Ay, la
empatía! Otro día hablaremos de la Antígona
de Sófocles, uno de los más perfectos ejemplos de tragedia griega. Centrémonos,
de momento, en el hecho de que la mejor manera de llegar a las verdades
universales es a través de los casos particulares.
Así parece haberlo entendido
también Elena Zervopoulou, la directora de Grecia:
reinventarse para sobrevivir (2014), a cuya proyección en el Ateneo de la
Calzada asistieron hoy nuestros alumnos de primer y segundo bloque de
Bachillerato Nocturno, en compañía de Amalia, Begoña y una servidora, Cecilia.
Me gustaría adjuntar aquí una fotografía de grupo pero nuestros noctámbulos han
resultado ser tímidos y poco dados a retratarse.
En dicho documental Zervopoulou
selecciona el caso particular de tres individuos, Ilias, Grigoris y Georgios,
para defender una tesis de lo más alentadora ante el terrible panorama de la
recesión griega. El gobierno puede haber hecho dejación absoluta de sus
funciones o, aun peor, convertido al pueblo en enemigo. La imagen de los
antidisturbios gaseando a los manifestantes en la plaza de Syntagma o el dato
de que las pensiones -¡contributivas!- se han reducido a 300 euros son buena
muestra de ello. La situación es, pues, insostenible pero el cambio es posible.
Este cambio no vendrá de arriba, sino de la gente y la gente, como le señala el
incansable activista Ilias al anciano que se queja en la calle, somos nosotros.
Somos nosotros como individuos quienes debemos hacer todo lo que esté en
nuestra mano para enfrentarnos a las todopoderosas fuerzas del capitalismo,
igual que Antígona se enfrentó al tirano Creonte o Edipo al mismísimo Destino.
Ilias es probablemente el
ejemplo más evidente y probatorio de la posibilidad del cambio. Vemos cómo se
implica en el llamado “movimiento de la patata”, que busca la eliminación de
intermediarios en la distribución de productos básicos. El consumidor consigue
un precio más justo y el productor logra que se le pague al contado y en el
acto. Todas las partes han de hacer un esfuerzo, eso sí, el productor
estableciendo un precio atractivo para el consumidor y este último comprando a
los pequeños agricultores, aunque no siempre tengan el mejor precio. Solo así
las grandes superficies se verán obligadas a bajar sus precios para no perder
mercado.
También Grigoris insiste en
manejar su propio destino. Al principio de la cinta lo vemos abandonando Atenas
de vuelta a su pueblo de origen y a la granja de su padre, que libera su
frustración prometiendo a los políticos castigos homéricos. Prefiere ser un
campesino pobre en el campo que “un pirado en Atenas”, dice Grigoris, aunque
trabaje de sol a sol y no obtenga más que una miseria por sus tomates.
Probablemente es el caso de
Giorgios el que más nos conmueve. Músico de formación, locutor de radio de
profesión, la crisis del 2008 lo dejó en la calle, esclavo de un único impulso:
la supervivencia. Supo alejarse, eso sí, de la inerte seguridad del albergue
para reconstruir su vida. Y lo hace recuperando, para empezar, su Humanidad,
sintiéndose útil. Al final del recorrido lo vemos de nuevo en la radio, tocando
y riendo y anunciando un proyecto solidario.
Dijimos al comenzar que, pese a
todo, era este un documental optimista y se agradece, ciertamente, el tono, en
un momento en que todo parecen ser sombras. No debiéramos olvidar, sin embargo,
que si Ilias, Grigoris y Giorgios consiguen salir adelante, mejor o peor, ello
es porque dieron un paso al frente o, mejor, a un lado, y se salieron del
camino aparentemente establecido para ellos. En fin, es todo.
Se nota, creo, que lo he disfrutado.
Y a vosotros, ¿qué os ha parecido?
Caecilia (profesora de Latín y Griego del Bachillerato Nocturno)
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